27 de mayo de 2024
Cuando el agua va a ser destinada para consumo humano, es necesario asegurarse de que no contenga bacterias ni componentes orgánicos que resulten perjudiciales para la salud. Uno de los procesos más utilizados para eliminar estos componentes es la cloración.
Como mencionamos en otras publicaciones, la cloración es un proceso para el tratamiento de aguas que tiene como objetivo desinfectar bacterias y organismos patógenos.
Generalmente, la cloración es uno de los procesos finales en el tratamiento de agua y se aplica para asegurar que los microorganismos que sobrevivieron a las etapas anteriores sean eliminados.
A grandes rasgos, en el proceso de cloración se agrega una sustancia oxidante, como el cloro o los compuestos de cloro, que garantiza que el agua tenga la calidad necesaria para el consumo humano o para el proceso en que se utilizará.
Además de destruir patógenos, este proceso de cloración también elimina las sustancias que provocan sabores y olores desagradables en el agua.
Al igual que para el agua potable, la cloración se aplica al tratamiento de aguas residuales con el objetivo de evitar el desarrollo de algas microscópicas que enturbian el agua, así como la transmisión de enfermedades.
En este caso, se agrega cloro en cantidades suficientes a las aguas residuales para que pueda reaccionar con la materia orgánica, el amoniaco, etc.
Una vez que se forman compuestos orgánicos del cloro, se sigue agregando hasta llegar al punto de ruptura, es decir, la dosis de cloro necesaria para eliminar el amoniaco. En esta etapa se comienzan a cumplir las garantías de desinfección.
Para el proceso de desinfección de aguas se utiliza cloro o compuestos clorados. Se puede emplear gas cloro, pero generalmente se usa hipoclorito de sodio porque es más sencillo de almacenar y dosificar. Aunque, en algunos casos, se utiliza dióxido de cloro, hipoclorito de calcio o ácido cloroisocianúrico.
Es importante considerar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha establecido niveles adecuados de cloro en el agua para evitar daños en la salud, pero sí ha demostrado que la cloración de agua previene la aparición de muchas enfermedades que, de no ser atendidas de manera adecuada, podrían generar un problema sanitario generalizado.
Otro método que se utiliza para la cloración es la cloración salina, es decir, desinfectar el agua mediante el cloro propio de la sal. Por ejemplo, en una alberca con agua salada, estamos hablando de una piscina totalmente desinfectada.
Es importante aclarar que el proceso de cloración no purifica el agua. Es decir, si el agua se somete a un proceso de cloración, no termina libre de impurezas, solo de bacterias.
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